sábado, 29 de junio de 2013

Día 5 Campus: ¿Adios? No, esto es un ¡Hasta el año que viene!


Dicen que como tu cama no hay ninguna, dicen… Yo ahora mismo preferiría estar haciendo esta crónica del último día del campamento en mi habitación del hotel junto al mar, pendiente de si los chicos están durmiendo o no. Dicen que cuando vuelves de un viaje, te encuentras desubicado, no sabes que hacer, los horarios los tienes totalmente desordenados. Algunos dirán, “¿Qué estaría haciendo yo ahora si estuviese en el campamento? Seguro que jugando a baloncesto o bañándome en la playa”.

La última noche nos acostamos un pelín más tarde que las demás, por lo tanto, la hora para desayunar también fue más tarde de lo habitual. No teníamos ningún plan en todo el día nada más que la playa y las compras, así que teníamos tiempo. ¿Tiempo? Sí, sí,… una vez desayunados, nos fuimos a la calle sierpes, una travesía súper larga con infinidad de tiendas para poder comprar los regalos. Cuando la cruzamos entera, con sus tropecientas tiendas, algunos niños dijeron: “Pues a mí todavía me falta para mi primo, mi abuelo, mi tío, mi, mi, mi….” ‘Eah’ pues a cruzar para atrás otra vez toda la calle sierpes en busca de los regalos. Sólo faltó decir la típica frase del campamento: “Hola me llamo ‘tal’ y soyyyy muyyyy lentooo comprandooo las cosaaas”. El monitor Acuña junto a Alba, Adrian y Miguel Ángel tomó otro camino y todos aprovecharon para ir comprando los bocatas, refrescos y paquetes de patatas para el almuerzo.

Estaba previsto que en la playa estuviésemos a las 12:30 pero eran las 13:45 horas y todavía el grupo mayoritario estaban comprando regalos. A la llegada al albergue, todos comimos y nos fuimos para la playa. Una vez allí los grandes se fueron junto a la monitora Estefanía a hacer un viaje en barca. Pobre Estefa, sólo ella pedaleaba mientras los demás se tiraban por el tobogán. Los pequeños disfrutaron de un baño y de la construcción de murallas de arena para que no pasara el agua. Isabel montó una empresa de construcción de murallas, pero despedía a todo el mundo. El primero que despidió fue a Darío y así hasta mucha gente. Los trabajadores como Carmen María, Lucia, Claudia, Nerea y demás tomaron su venganza y las enterraron en arena. Mientras se veía correr a Celia y Ana Domínguez en una ardua batalla con bolas de barro contra Adrian y Álvaro. No paraban de correr. Y el grupo restante se encontraba con la monitora Milagros jugando a un juego raro de cartas que ella sólo conocía.

El monitor Acuña pegó el aviso de que todos fuera del agua y para las sombrillas. El momento final se acercaba. A las duchas para quitarnos la sal y a despedirnos de la playa de Chipiona hasta el año que viene. Chipiona, sé que nos echarás de menos, pero no te preocupes, el año que viene estaremos de nuevo dando lata en tu arena.

Ya en el albergue recogimos las maletas pero todavía quedaba algo más. ¿Quién tenía la pulsera roja del juego del ‘Sí’? ¡Alba! El castigo consistía en que tenía que ir a la recepcionista y darle un abrazo, decirle que la echaría de menos y que muchas gracias por todo. Así fue, todos los niños y niñas fueron a recepción a ver como Alba se despedía de la recepcionista. ¡Qué risas! Cuanto nos van a echar de menos también los trabajadores del albergue.

Para terminar, última recuento, con récord de 8 segundos incluidos. Charla final de Acuña y Estefanía y… ¡ABRAZO COLECTIVO! Qué emotivo, no nos pusimos muy tristes porque sabemos que el año que viene nos volveremos a ver en la misma situación. En el autobús de vuelta, cada uno escribió su nombre en la almeja que cogió de la playa y se entregaron los diplomas de reconocimiento.

El balance general que podemos hacer del campamento ha sido muy satisfactorio. No hemos tenido ningún percance de gravedad. Los niños han disfrutado conociendo a gente nueva y mejor a los que ya conocían. La experiencia es única, de esas que dejan huella con el paso del tiempo. Los niños nos habéis hecho sentir muy bien. Recordar que el baloncesto sólo es una excusa para pasarlo bien y los monitores os estaremos tremendamente agradecidos por estos días en Chipiona.

¡Hasta el año que viene!

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